Pandemia, conexiones y dispositivos en la vida familiar

Joaquín Amendolara
4 min readJul 17, 2020

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A través de la descripción de la experiencia de una familia tipo de la ciudad de La Plata, se puede reflexionar sobre cómo se adaptaron las prácticas cotidianas y de qué modo la tecnología tuvo un rol preponderante en la configuración del nuevo escenario.

El 20 de marzo se decretó en la República Argentina el aislamiento preventivo y obligatorio debido a que comenzaba a propagarse el coronavirus en el país. A partir de allí las familias debieron afrontar una nueva realidad y seguir adelante con su vida.

Dos adultos, Pedro y Cecilia y dos nenes Joaquín y Daniel, se encuentran desde hace cuatro meses recluidos en su departamento céntrico sobrellevando de la mejor manera posible la cuarentena. Para desarrollar sus actividades se apoyan en un conjunto de herramientas tecnológicas a través de las cuales trabajan, asisten a clase, se relacionan con familiares y amigos y se entretienen con distintos productos culturales como videojuegos o series.

Vale decir que el uso de las llamadas nuevas tecnologías de información y comunicación, el mundo digital, rige la vida de las personas desde por lo menos principios de este siglo. Ya en los últimos años se produjo una aceleración con la aparición de las redes sociales, dispositivos como los smartphones y la tecnología 4G (se está comenzando a implementar la tecnología 5G con grandes luchas geopolíticas) entre otros elementos. Las personas están expuestas a material simbólico mediático prácticamente desde que se despiertan hasta que se acuestan.

La mencionada aceleración del uso de herramientas tecnológicas/digitales tuvo con el advenimiento de la pandemia por coronavirus un impulso que ya nadie discute, pero que sólo podrá dimensionarse acabadamente cuando finalice este proceso.

Se entiende a la tecnología como un desarrollo científico que facilita una acción, acorta espacios, tiempos. Como dice Walter Benjamin, propicia nuevos esquemas de percepción sensorial, un nuevo sensorium.

En el caso que nos ocupa, la familia utiliza los siguientes dispositivos: una vieja notebook Samsung modelo NP300E4C, una notebook Dell Latitude 7480 que aunque tiene un par de años cuanta con 8GB de memoria y un procesador Intel Core i5 (provista por el empleador de Cecilia para hacer home office), un celular Samsung A20, un celular Samsung Neo J7, dos tablets muy básicas una TCL LT7, y una Philco TP7A4N (usadas para las clases a través de Google Meet), auriculares varios, y para el “recreo” usan la Play Station4. Tienen conexión wifi provista por la empresa Cablevisión Fibertel de 50 megas.

Entre los inconvenientes o ruidos que se generan en la convivencia con la utilización de la tecnología, el número uno sin duda se lo llevan los frecuentes cortes de conexión wifi, que altera los ánimos y genera frustración ante la imposibilidad de hacer las actividades con la misma fluidez que podían hacerse de manera presencial.

Pedro reconoce que se puso a investigar para conocer más acerca de la velocidad de internet y terminó descargando en su celular dos aplicaciones para medirla y para analizar qué canal se encuentra menos congestionado. Las apps a las que hizo referencia son Wifi Analayzer desarrollado por VREM de código abierto y sin publicidades, y Speed Test Master que tiene algunas opciones más como la posibilidad de detectar los dispositivos conectados a la red en un determinado momento, pero está plagada de publicidad.

Algunos datos: Argentina se encuentra 2° en el ranking de desarrollo de tecnología de comunicación e información en América Latina, de acuerdo a la Unión Internacional de Telecomunicaciones.

Acceso a internet: el País está 1° en la región, la penetración en los hogares es del 63.8%

Velocidad de internet: Argentina está en el puesto 70° a nivel global en Banda Ancha Fija con 40.24 Mbps de bajada, detrás de otros países latinoamericanos como Chile, Brasil, Uruguay y México. Se encuentra en el puesto 72° en Conexión Móvil, con 27.76 Mbps de bajada. (Ranking de speedtest.net con datos actualizados a junio de 2020).

El trabajo de la pareja de 8 horas diarias cada uno, el colegio doble escolaridad de los nenes, inglés de Joaquín de 11 años el más grande de los hijos, los esporádicos encuentros con los compañeros de fútbol por WhatsApp o Zoom, los encuentros con amigos de los padres, encuentros familiares, son todas actividades que solían hacerse fuera de casa y que actualmente dependen absolutamente de la conexión hogareña a internet. Se suman además a otras actividades que ya dependían de internet como el entretenimiento a través de la Play Station (videojuegos o visualización de series y películas).

A pesar de las dificultades, y de las ganas que tienen los nenes y los padres de volver a la vida anterior, Cecilia habla en nombre de los cuatro y expresa “no cabe ninguna duda que a pesar de lo duro que es lo que estamos viviendo, la tecnología nos permite desarrollar nuestras actividades y relacionarnos con los seres queridos, el saldo de su uso es altamente positivo”.

Está claro que parte de la sociedad no tiene la posibilidad de acceso a las herramientas digitales que tiene esta familia, lo que en el marco de la pandemia hubiese sido imprescindible, ni que los que sí tienen acceso similar o superior opinen positivamente sobre su uso. Pero seguramente su vivencia refleja el sentir de buena parte de la población, como también refleja que determinadas prácticas que se han naturalizado, llegaron para quedarse en el mundo post pandemia.

Otros interrogantes quedan en la superficie ante la explosión tecnológica/digital y podrán abordarse en otra oportunidad, por ejemplo, el rol de los adultos para orientar el pensamiento crítico al estar todos expuestos a tanta información, o qué hará la sociedad con las montañas de basura tecnológica que se siguen acumulando.

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Joaquín Amendolara
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Written by Joaquín Amendolara

Licenciado en Comunicación. Especialista en Comunicación Digital.

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